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lunes, 14 de noviembre de 2011

LA MESA ESTA SERVIDA


La mesa está servida. ¡La cena está lista!



En lucas 14 la parábola nos dice que cuando llegó el tiempo de la cena y la mesa estaba servida, nadie apareció. Cuando los sirvientes miraron hacia la calle, no veían a nadie que se aproximara. El dueño esperaba que sus invitados dejarían todo para estar allí temprano y expectantes, anticipando el compañerismo con gran gozo. Pero nadie llegó.


Te pregunto: ¿Cómo te sentirías si cocinaras una comida maravillosa, invitaras a personas que dijeron que asistirían, pero cuando la mesa está servida, nadie aparece? ¿No lo tomarías como un rechazo total – significando que tus invitados no se interesan en ti?


Este dueño decidió enviar a su sirviente a recordarles a sus invitados que todo estaba listo. Fue un último llamado: “La cena está lista. ¿Por qué no has venido? Pero las Escrituras dicen: “Todos a una comenzaron a excusarse…” (Lucas 14:18).


El primer invitado se excusó porque estaba ocupado con un negocio de bienes raíces: “…he comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.” (mismo verso). Probablemente, este hombre era un especulador de tierras, quien había comprado la tierra sin verla. O, quizás sencillamente quería terreno donde construir una casa para su familia.


Ahora bien, no es pecado especular en tierras. Ni tampoco es pecado construir una casa. Ambas cosas son buenas, cosas legítimas. Después de todo, antes que el juicio cayera sobre Judá, Elías compró tierra por una revelación que había recibido.


Pero el asunto aquí no es la compra de tierras. El asunto es, ¡la atención de este hombre estaba equivocada! Su atención estaba en sus intereses – su negocio o intereses familiares – y puso a un lado la invitación a intimidad con el dueño. Él dijo: “Atenderé eso mas tarde. Me voy a encargar de mis intereses primero.” Pero el hecho era, que la tierra no iba a ir para ningún lado. ¡Él pudo haber ido al día siguiente!


El segundo invitado especulaba en ganado. Él le dijo al sirviente: “…He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.” (verso 19). Es probable que este hombre estuviera en el negocio de ganado. Parece que había visto los diez bueyes antes de comprarlos, y probablemente se veían bien. Pero ahora tenía que probarlos, para ver si había hecho un buen trato.


No hay pecado en lo que este hombre hizo. Probar sus bueyes era algo legítimo y hasta responsable de su parte. Indudablemente, que Abraham y Job habían hecho lo mismo muchas veces, siendo ricos en ganado. Este hombre estaba haciendo lo que la palabra de Dios le recomienda a cualquier proveedor diligente.


Pero nuevamente, éste no es el asunto. ¿Dónde estaba el pecado de este hombre? ¡Él actuó como si ir al granero era más importante que ir a la casa de Dios! Esos bueyes pudieron ser probados al día siguiente. Pero no los hizo esperar, en su lugar, ¡hizo esperar al maestro!


El último invitado dijo: “…Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.” (verso 20). Ahora bien, nada puede ser más legítimo que casarse. La Biblia dice que el hombre que halla esposa halla el bien (ver Proverbios 18:22).


Pero una vez más, el matrimonio no es el asunto. ¡Este hombre pecó porque puso a su familia primero! El Señor dice: “La devoción a la familia es buena en su tiempo y lugar – ¡pero no cuando toma mi lugar!”


Este hombre pudo llevar a su esposa al banquete. Esa hubiera sido una buena forma de comenzar su matrimonio. Él pudo haber dicho: “Cariño, el Señor siempre ha sido primero en mi vida. Nada toma su lugar. Cada vez que sus puertas están abiertas para mi, siempre voy a la intimidad con él. Sus intereses toman prioridad en mi vida. Ahora, quiero que mis valores sean tus valores. Así, que hagamos sus intereses nuestra prioridad.”

¿Que estas esperando? Nada es más importanque que el Señor para lo que hemos gustado su alimento. ¡La mesa esta servida y la cena está lista! 

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